Tinta negra

Hay sucesos ignorados que llamamos casualidades. Entonces es una casualidad esta tercera edición de Tinta Negra y lo declaramos así, porque en esta oportunidad traemos entre nuestras páginas música, mucha música. Alguna vez la periodista Leila Guerriero dijo, “no hay diferencia entre romper el silencio de una página con una sustancia gris o con un tajo inolvidable”, refiriéndose, por supuesto al final de una pieza musical, al Corte hecho en su momento con el instrumento preciso, ese último sonido que nos deja con ganas de escuchar lo mismo una y otra vez. Ya lo había dicho Nietzsche siglos antes “sin música la vida sería un error”. Por esto es que nos atrevemos a decir que esta edición viene con un toque musical impremeditado. La historia de un campesino del Huila que no deja de cantar los entrañables vallenatos de Diomedes Díaz mientras cultiva café. Los estridentes y sacros sonidos de una banda de metal que le canta a Dios en una Iglesia cristiana del sur de Bogotá y dos entrevistas, a personalidades de la industria musical (Elkin Robinson y Pastor López) componen un dossier que retrata géneros diversos que conforman y dan sentido a nuestra cultura, a nuestra vida, al periodismo. No dejamos con esto de lado la cotidianidad de otros personajes que, al igual que los cantantes, se enfrentan a una vida que es de carne y hueso. Es así como retratamos la historia de uno de nuestros periodistas que se dedicó a escuchar historias de amor en la Séptima y damos visibilidad a la encantadora historia de Patricia Aljash, una mujer que va por la vida frenando y haciendo sonar el claxon de su buseta Mercedes Benz, en lo que todos conocemos como la guerra del centavo. Así mismo hacemos una invitación abierta, con una entrevista al reconocido periodista Julián Isaza quien lanzó su libro Alucinación o Barbarie, a emprender la lectura con este recomendado, porque para abrirse camino al género de la crónica y el periodismo se debe leer y, ¿por qué no?, escuchar música.

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