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Por: Angie Catherine Peña Beltran

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Ya no se hacen películas como Fences. Dirigida por Denzel Washington, el filme expone abundantes reflexiones con esa sequedad de los años 50 en un ambiente yanqui en donde la discriminación invita al espectador a involucrarse en cada situación, quedándose atrapado para siempre en su drama.

Es así, que se nos cuenta la historia de Troy Maxson, un afrodescendiente que sueña con ser beisbolista profesional, pero que por ser negro no puede y cuando por fin tiene la oportunidad, ya no es apto porque es muy viejo para ello. Así que Troy tiene una frustración que lo lleva adoptar una vida humilde, en la cual impone una filosofía de vida psicorrigida aplicada directamente a su núcleo familiar, la cual viene a truncar los sueños de sus hijos, principalmente los de Cory, su hijo menor.

Troy lucha contra la discriminación y se esfuerza por ser un buen padre y un esposo ejemplar porque sabe que debe cumplir con sus responsabilidades. No obstante, serán las circunstancias las que lo lleven a tomar una decisión que cambiará la historia y destrozará a su familia. Así, Maxson se configura como un personaje que busca alcanzar justicia social, pero que es contradictorio en cuanto a que aplica en su hogar un tipo de política machista, muy propia de los años 50, que resulta ser totalitaria y represiva.

Fences fue nominada a cuatro categorías en los premios Oscar como: Mejor película, Mejor actriz secundaria, Mejor actor principal y Mejor guión. Entre estas se llevó el premio a Mejor actriz secundaria, el cual fue otorgado a Viola Davis por su excelente actuación encarnando el papel de Rose, en el que logra transmitir el dolor de una mujer entregada a su hogar. Fences es una película va más allá de las expectativas, que llega directamente al espectador y lo cautiva, lo mantiene atento, mientras le narra una historia en donde los personajes son de un nivel alto de complejidad. Así, el filme se configura como una expresión de arte y talento que sin duda mereció salir de las tablas de Broadway a las salas de cine y que vale la pena salir a ver.

Fences: unas barreras que atrapan

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