El sastre de los perfiles
Hay textos sagrados en las religiones y hay escritores que son leyendas vivientes en el periodismo; Gay Talese es uno de ellos. De raíces italianas, traje a tres piezas y sombrero, es el periodista para el que la historia no termina, el mismo al que le queda mucha tela que cortar.
En 1966 la revista Esquire publicó el mejor perfil de su historia. Un trabajo titulado Frank Sinatra tiene un resfriado, que había requerido más de tres meses de investigación y que retrataba fotográficamente al cantante, había sido escrito por Gay Talese.
Escudriñando en la vida de “La Voz” de canciones como I’m a fool to want you, Come fly with me y The girl next door, Talese acudió a amigos, familiares y empleados del cantante para dibujar a imagen y semejanza al hombre al que llamó en su texto como “Il Padrone”; el mismo que jamás le concedió una entrevista.
Gay Talese pasaría a la historia como una de las grandes figuras del “Nuevo periodismo”, luego de haber trabajado para reconocidos medios como The New York Times y The New Yorker, comenzaría a escribir y republicar los textos sobre artistas en malos momentos de su carrera. “Cuando escribí para Esquire acerca de gente famosa, por lo general se trataba de gente que ya había tenido su momento estelar o que estaba pasando por los momentos difíciles que implica el éxito”, explicó el periodista en Vida de un escritor, libro que publicó en el año 2006.
En el afamado perfil de 56 páginas, rodeado de mujeres rubias, bebiendo bourbon y fumándose un cigarrillo, aparecía un Frank Sinatra de mal humor, silencioso, arrogante y con gripa. Un cantante aburrido, en ese entonces, de las suposiciones que hacían medios como la CBS sobre sus amistades con la mafia italiana y también sobre sus amoríos con Mia Farrow.
Pero Talese no se casó con la vida del cantante de New York, New York, también escribió sobre la cotidianidad y los obstáculos de personalidades como Muhammad Alí, Joe Dimaggio, Floyd Patterson, entre otros. “Me motivaba la idea de poder salir de mi estado de indecisión y descontento escribiendo acerca del descontento y la decepción de otros (…). Sería instructivo leer sobre gente que había desarrollado un talento único para perder, o llevar los negocios a la quiebra, o portarse de manera que conducía inevitablemente a remates judiciales y bancarrotas, separaciones conyugales y divorcios, delitos y crímenes. ”, diría más adelante.
Si bien, parte del interés que despiertan sus textos más famosos, se centra en el contacto con personajes destacados del espectáculo norteamericano, Talese siempre expresó su interés por personajes anónimos e indispensables como Alden Whitman, el escritor de obituarios del Times, Jim Torpey, el hombre que armaba los titulares de prensa del letrero eléctrico que rodea Times Square, George Bannan, cronometrador oficial del Madison Square Garden y los porteros, taxistas, y ascensoristas de Nueva York, esa ciudad bien descrita en Nueva York, ciudad de cosas inadvertidas, texto publicado en 1961.
Pensar qué sería de Talese sin Nueva York, sería como imaginárselo sin terno. Talese, esbelto, de pelo blanco y ojos marrones se ha convertido en la leyenda viviente de las facultades de periodismo y en un escritor silencioso que, según una entrevista de Esquire Colombia, hoy pasa sus días redactando un párrafo diario en el sótano de su casa del Upper East Side (N.Y).
Hijo de un sastre inmigrante italiano y una mujer de negocios italoamericana, el periodista desarrolló un fino gusto por los vestidos y una sensibilidad especial para escuchar y observar. En alguna oportunidad haciendo referencia a su infancia, revelaba que escondido tras el mostrador de la tienda en donde su madre vendía trajes costosos a mujeres adineradas y robustas, se sentaba a escuchar las conversaciones que ella mantenía con las necesitadas clientas que buscaban comunicarse con alguien confiable. “Ahí empecé a aprender muchas de las cosas que me serían útiles años después, cuando empecé a entrevistar gente para mis artículos y libros. Aprendí a no interrumpir nunca a la gente cuando tiene dificultades para hablar de lo que pasa, porque durante esos momentos de duda e inseguridad (…) la gente suele revelar muchas cosas”.
Su fluida manera de escribir, donde los detalles más insignificantes cobran relevancia y las descripciones de las acciones dan movimiento a las escenas para ser apoyadas por diálogos íntimos con sus personajes, harían que el periodista tuviera un contacto tan cercano a su fuente que le resultaría difícil dejar de lado la historia tras haberla escrito. El boxeador Floyd Patterson, fue una de esas personalidades que siempre estuvo cerca a pesar del título que el periodista asignó a su perfil: El perdedor. El Luchador de la categoría de peso pesado que tras haber sido derrotado por Sonny Liston rebeló a Talese “ser un cobarde”, que se disfrazaba por la vergüenza que implica la derrota, siempre sería considerado por el periodista como su “propiedad literaria”.
Los mandamientos
El génesis de Gay Talese estaría en The New York Times. Siendo el chico de los recados, el que llevaba emparedados, mensajes y café a redactores, editores y jefes del diario, lograría sumergirse en las profundidades, los secretos, de uno de los medios más poderosos de Estados Unidos. Su paso por la sala de redacción como reportero, más adelante, sería material de trabajo en El reino y el poder, libro publicado en 1969.
Pero una escuela de tal reconocimiento como el Times no calmaría su hambre de escritor. Talese tenía tanto por investigar que unos años después comprendería que el espacio en el prestigioso periódico no era suficiente para sus textos y pasaría a escribir para la revista Esquire, una publicación que le daría tiempo suficiente, para la elaboración de sus reportajes y más hojas en blanco.
Honrarás a tu padre (1971) sería unos años después un bestseller que evidenciaría las gratificaciones de un proceso investigativo de más de seis años. Su acercamiento al hijo perfil 6 mayor del líder del clan Bonanno, sería pieza clave para dar origen a un manuscrito de 575 páginas en el que se revelaban los misterios de la Mafia italiana. “Bill Bonanno y yo éramos contemporáneos (…). Lo que nos separaba era la profesión de su padre y el deseo de Bill Bonanno de ser parte de ella. Bill Bonnano pasaría gran parte de su vida en prisión. Fue su esposa quien, educada en un convento, me sugirió el título que elegí para mi libro: Honrarás a tu padre”, diría después Talese.
Pero como la firma no significa necesariamente ser publicado en todos lados, hubo textos tan extensos que pudieron salir a la luz pública solo en libros porque algunos medios los rechazaron. No fue en vano viajar a Cuba para escribir Alí en La Habana, un texto que por su extensión sería rechazado por The Nation, Rolling Stone, Esquire, The New Yorker, entre otros, pero con el que dio un jaque mate al lograr que fuera elegido como uno de los mejores ensayos del año 1997.
Lo que sucede es que para Talese “una buena historia nunca muere” y los escritores “comparten el destino del atleta. A veces gana; muchas pierde”, como dijo en algún momento para una entrevista publicada en El País de España. Todo es cuestión de riesgo y La mujer de tu prójimo sería el bestseller que escandalizaría a la sociedad norteamericana.
Trabajando entre 1965 y 1999, el polémico libro saldría a la luz poniendo al desnudo la vida personal de Talese, quien además de acordar con el dueño de un club nudista de Nueva York ser el manager del establecimiento durante algunas semanas, puso en riesgo su matrimonio, acostándose con la mujer de su vecino. Talese justificaría más adelante, “Ese libro (…) surgió como una indagación acerca de la percepción que se tiene en la sociedad de lo que es obsceno, pornográfico o pecaminoso (…). Vi lo mucho que había cambiado la actitud de mis compatriotas hacia el sexo. Era un negocio totalmente abierto al público y legal“, señalaría.
Pero más allá de las ventas millonarias del libro y de las críticas ácidas que se despertaron en el momento, con Gay Talese no hay apocalipsis que valga, “Mi curiosidad me lleva en diferentes direcciones, pero hasta que no invierto gran cantidad de tiempo –meses, años – no tengo certeza de que el tema elegido sea capaz de mantener mi interés”, señalaría en Vida de un escritor.
Sus textos han sido impresos, sus libros publicados y él se ha convertido en el sastre que su padre algún día quiso ver, un sastre de perfiles de alta costura, piezas literarias que buscan la perfección para lucir como ficción “sin falsificar los hechos”, enmarcado una íntima identificación con sus personajes y conflictos”.